Washington, EUA – En un giro sin precedentes en la guerra comercial, el presidente de Estados Unidos lanzó una advertencia contundente tras la decisión de Beijing de imponer un arancel retaliatorio del 34% sobre todas las importaciones estadounidenses. A través de Truth Social, Trump afirmó que, si China no revoca dicho incremento antes del 8 de abril, su administración aplicará nuevos aranceles adicionales del 50% a partir del 9 de abril y cancelará todas las negociaciones comerciales en curso con el gigante asiático.
El mandatario justificó la medida citando “abuso arancelario de largo plazo”, junto a prácticas de “subvenciones ilegales” y “manipulación masiva de la moneda”. Según Trump, estas acciones responden a la falta de reciprocidad en las políticas comerciales chinas y buscan “resetear” la balanza comercial en favor de Estados Unidos.
La declaración ha generado una ola de incertidumbre en los mercados globales. Fuentes de Reuters indican que, tras el anuncio, los índices bursátiles sufrieron caídas significativas, alimentando temores de una posible recesión mundial. Economistas advierten que, si bien se pretende corregir los desequilibrios comerciales, la escalada arancelaria podría provocar un efecto dominó que impacte negativamente en la manufactura, los precios al consumidor y las cadenas de suministro internacionales.
En respuesta, funcionarios chinos calificaron las medidas estadounidenses de “acoso unilateral” y advirtieron que estas políticas erosionan el orden comercial basado en reglas internacionales. Medios como el South China Morning Post resaltaron que, para Beijing, la disputa no solo afecta la relación bilateral, sino que también amenaza la estabilidad del sistema multilateral de comercio.
Mientras inversores y gobiernos de todo el mundo se preparan para lo que podría marcar una nueva fase de confrontación en el comercio global, la comunidad internacional observa con cautela posibles iniciativas para entablar nuevas negociaciones y evitar una escalada aún mayor.
