El cierre de la aplicación CBP One deja a miles de migrantes en un limbo. Sin una vía legal clara para solicitar asilo en Estados Unidos, la desesperación se convierte en el peor enemigo. La pregunta ahora no es si intentarán cruzar irregularmente, sino cuántos lo harán y a qué costo.
CBP One se había convertido en la única opción para quienes buscaban ingresar legalmente a EE.UU. en busca de refugio. A través de esta plataforma, podían agendar citas para presentarse en los puertos de entrada y evitar la peligrosa travesía por el desierto, el río Bravo o los caminos controlados por el crimen organizado.
Ahora, con la cancelación de la herramienta y la anulación de citas previas, muchos se sienten atrapados. En ciudades fronterizas como Piedras Negras, Ciudad Juárez y Tijuana, la tensión es palpable. Familias que esperaban su turno pacientemente ven cómo su única alternativa se desvanece de un día para otro.
Para muchos migrantes, la espera ya no es una opción. Sin CBP One, las alternativas se reducen a dos:
1. Permanecer en la frontera sin garantías ni plazos definidos, en albergues sobrepoblados o en la calle, expuestos a la violencia, la extorsión y la incertidumbre.
2. Intentar cruzar de manera irregular, arriesgando la vida en el desierto, en el río Bravo o entregándose a los coyotes, cuyos precios y niveles de crueldad aumentan con cada endurecimiento de las políticas migratorias.
Los que optan por la primera opción enfrentan un desgaste físico y emocional brutal. Sin recursos ni certezas, muchos terminan cayendo en manos del crimen organizado, que controla rutas, secuestra y extorsiona a quienes buscan cruzar.
Los que eligen la segunda opción enfrentan un camino aún más incierto. Las deportaciones han aumentado y la vigilancia fronteriza se ha endurecido. El desierto es implacable, el río es mortal, y los traficantes de personas no tienen piedad. Cada año, cientos de cuerpos sin nombre aparecen en la frontera. Sin CBP One, ese número podría dispararse
La falta de una vía legal segura no solo empuja a los migrantes al riesgo, sino que también genera un efecto dominó con graves consecuencias:
• Aumento en las muertes en la frontera. Sin rutas seguras, los migrantes buscarán caminos más peligrosos. El calor del desierto, el frío extremo y las corrientes del río Bravo ya han cobrado demasiadas vidas.
• Mayor poder para los traficantes de personas. Con menos opciones legales, los coyotes y las redes de trata de personas capitalizan el miedo y la desesperación. Cobran miles de dólares por un cruce que podría terminar en secuestro, abuso o incluso muerte.
• Más deportaciones y detenciones. Con una política migratoria más estricta, EE.UU. reforzará las expulsiones exprés, lo que significa que más personas quedarán atrapadas en un ciclo interminable de intentos fallidos y detenciones.
• Colapso de albergues y crisis humanitaria. En ciudades fronterizas mexicanas, la falta de opciones legales saturará aún más los refugios, dejando a miles de migrantes en condiciones precarias.
El cierre de CBP One no solo elimina una herramienta administrativa, sino que desmantela una vía de esperanza. La política migratoria de Estados Unidos se endurece, pero no elimina la raíz del problema: la necesidad de los migrantes de buscar una vida mejor.